Hay veces que la intuición, la ocurrencia, la espontaneidad y la picardía a la hora de comunicar pueden más que cualquier estrategia de marketing planificada al detalle para posicionar un negocio o una marca en la mente del cliente.
Muchas empresas destinan grandes presupuestos al marketing de contenidos y a la gestión de sus redes sociales para compartir experiencias con los usuarios y crear, así, fidelidad con ellos. Pero casos como el de Corralón Ciudadela demuestran que con creatividad, un poco de chispa y sin presupuesto se puede conectar de manera real con la gente, es decir, con los potenciales clientes.
La cuenta de Twitter @CorralonC fue abierta hace menos de 1 año, ya tiene más de 25.000 seguidores, llegó a ser trending topic, y de vez en cuando, sus memes se convierten en virales.
La mayoría de los posteos hablan en clave humorística de obras en construcción, albañiles, materiales y herramientas. Pero también reflejan la realidad de manejar una PyME en Argentina, con los vaivenes de la economía local, tan ligada a la evolución del tipo de cambio.
Algunos de los memes hacen alusión a la compra de dólares; otros a esa forma de ser tan argentina de “lo atamo con alambre”, y otros hacen referencia a las dificultades que tiene una empresa pequeña para cerrar la contabilidad del mes en plena pandemia.
Es una cuenta en la que abunda la creatividad. Una creatividad que podría ser descripta como rústica, llana; muy real. Cercana al usuario, y por eso, genera mucha interacción, clave en el manejo de las redes sociales corporativas.
Bien artesanal
¿Community manager? ¿Estrategia de contenidos? ¿Llamada a la acción? ¿Marketing online? ¿Calendario de publicaciones? Nada de eso. La cuenta la maneja uno de los dueños del local de venta de materiales para la construcción, Pablo Gaytán, de profesión ingeniero. Y todo comenzó en la red social del pajarito para dar a conocer la marca por fuera de Ciudadela, pero también un poco por diversión, según confiesa.
“La realidad es que nos vinculamos de una manera emocional con el cliente, pero por el trato que tenemos en el corralón. Somos una PyME familiar, entonces te atienden los dueños, muchas veces somos nosotros mismos los que entregamos la mercadería, o los que visitamos las obras”, explica Gaytán, nacido en el Conurbano bonaerense, conocedor del rubro de la construcción y emprendedor por naturaleza.
“Venía invirtiendo en el sector inmobiliario a través de fideicomisos: invertía en pozos y a los 15 meses o cuando aparecían compradores, me salía. Así vi que la construcción funciona con cierta independencia de la economía”, señala.
Con dos amigos -un economista y un Licenciado en Administración- compraron hace cerca de dos años el fondo de comercio de Corralón Ciudadela, una empresa ubicada en esa localidad del partido de Tres de Febrero, en la zona oeste del Gran Buenos Aires, y con 50 años de historia. Gaytán sumó a su hermano y a su papá, que son los que están en el día a día del negocio.
“El corralón estaba muy venido abajo a nivel infraestructura y tenía varias irregularidades”, relata el ingeniero, padre de dos niños pequeños y casado con una mujer “que me banca en todas mis locuras, en todos los emprendimientos que voy teniendo en esta vida”, cuenta, en un lenguaje bien barrial, bien de la calle. “Desde que compramos el fondo de comercio no dejamos de poner guita”, se sincera.
La adquisición del corralón coincidió con la segunda mitad del mandato de Mauricio Macri, cuando la economía local comenzó a profundizar su declive. Sin embargo, lograron abrir cuenta con proveedores de primera línea, como Loma Negra, Weber, Venier y Cañuelas, entre muchos otros, “para tener volumen y precio. Hoy ya tenemos posibilidad de abastecer obras medianas con regularidad. Abastecemos todo Capital Federal y el oeste del Conurbano”, indica Gaytán. Los empleados pasaron de tres a siete.
Humor en pandemia
Pero en 2020, el coronavirus y la cuarentena cerraron todas las obras. “Las ventas minoristas mantuvieron el negocio –asegura-. Vendíamos un 20% de la facturación normal. Hoy se recuperó la venta minorista al 100%, y las obras un 40%”.
Gaytan argumenta que la actividad de la construcción repuntó estos últimos meses por las obras que tenían que terminarse, sobre todo de edificios, pero las obras que estaban por arrancar, aunque lo harían a precios competitivos, están esperando: hay miedo que vuelva a cerrarse el sector por el COVID-19.
Relata el caso de albañiles que se acercaron a su corralón durante esta pandemia para intentar vender sus herramientas de trabajo. “Esa gente no sale más –se lamenta-. La construcción se manejó pésimo en el Conurbano”.
En sus propias palabras, “el negocio del corralón parece gigante, pero es muy fino en costos”. Como ejemplo, cuenta que ahora están con ganas de comprar un camión 0 km con grúa que sale unos 100.000 dólares, y que lleno de ladrillos transportaría 140.000 pesos. “Es un negocio dependiente del capital intensivo”, afirma.
Volviendo a la cuenta de Twitter, Gaytán asegura que cuando la abrió, lo hizo con intención de dar a conocer la marca, y que el corralón aún no logró monetizar con sus seguidores. De todos modos, estudios de arquitectura empezaron a pedir cotizaciones, y recibieron llamados de grandes marcas.
También cuenta que desde un primer momento empezó a compartir en @CorralonC anécdotas sobre el sector y de cómo es la vida adentro de un corralón de materiales.
Pablo Gaytán hace todo en la cuenta de la red social con humor y sarcasmo. Pero por las noches, un nuevo cierre del sector le quita el sueño, confiesa. Con todo, se entusiasma pensando en lo que dice la historia argentina: el que tiene algunos dólares, en épocas de crisis, los vuelca al sector de la construcción.